miércoles, 26 de mayo de 2010

Un fenómeno de la dictadura “Helados Amargos”

por Zoila Hernández Díaz

Periodista Independiente

Fotografías cortesía: Armando Rodríguez Lamas

 

21 de Abril del 2010

 

La Habana. El Coppelia, ubicado en calle 23 y G del capitalino municipio del Vedado, es un lugar muy frecuentado por la población de todas las edades, ¿quien de nosotros nos ha faltado el deseo de tomarse un helado, sobre todo, en esos días veraniegos que lo que el cuerpo pide es algo fresco?, pero en Cuba todo ha cambiado después de la dictadura. Deja mucho de qué hablar los helados que se comercializan hoy día. El sabor, la calidad, el tamaño de la ración etc., no se semejan en nada a las de hace 25 años atrás, cuando todavía quedaban rastros del capitalismo en el país.

 

De las dulces y apetitosas bolas que se vendían, ya no queda nada, ahora tienen pedazos de hielo dentro, saben a cualquier cosa menos a la única opción que aparece en la tablilla de ofertas, y de su tamaño ¡ni hablar!, los empleados para poder “luchar lo suyo” te quitan casi la mitad de la bola, pero lo que más llama la atención, son las largas colas que hay que hacer para poder entrar a esta unidad a pesar  de tantas canchas o instalaciones con las que cuenta, que son capaces de acatar el doble de las personas de la cola.

 

El gobierno ha tomado como medida, para aparentar otra cosa, abrir nuevos puntos de ventas alrededor del área, en varios se  pueden adquirir los helados en CUC y en el único que existe, en moneda nacional. Los primeros están abiertos y vacíos a cualquier hora, mientras el segundo, aparece abarrotado de personas, ya que la inmensa mayoría del pueblo no trabaja y para adquirir el producto hace la cola desde bien temprano, pues ni siquiera el establecimiento tiene el horario de apertura en la tablilla de información, cosa que ni aun los empleados dominan.

 

En la foto podemos apreciar como aparece el horario de cierre, pero no el de apertura y hasta el de almuerzo y como siempre no falta el racionamiento, solo se despachan 10 bolas por persona.

 

En fin, que cuando logras tomarte una de esas bolas ya te sabe amarga.



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